martes, 16 de febrero de 2016

El marketing político

El marketing político

La política democrática parte del supuesto de igualdad como principio y condición. El mercado a través de los medios de comunicación instala opinión pública y diseña un sistema de identificaciones y de uniformidad propia de la psicología de las masas. Cuando los ricos y los pobres se expresan a través de la consigna “quiero un cambio”, y votan lo mismo, lo político se debilita y triunfa el marketing publicitario.


Por Nora Merlin*

(para La Tecl@ Eñe)

El consumo y la publicidad, presentes en todos los aspectos de la vida social, pasaron a ser las tropas dominantes en el capitalismo actual: ambos operan de manera entramada en la colonización de la subjetividad. La publicidad está dotada de un poder que hechiza, somete, determina identificaciones, valores y elecciones. El acento puesto en el consumo aparenta ampliar las libertades individuales pero, si hacemos un análisis riguroso, advertimos que es condicionado por la publicidad y el marketing. Esta disciplina se dedica al análisis del mercado, relacionando actitudes y comportamientos de  los consumidores con el objeto de optimizar las ventas.

La rápida expansión de los medios de comunicación sembró el terreno para la infiltración del marketing en casi todos los aspectos de la cultura. Las mismas técnicas de venta que se mostraron exitosas en el terreno comercial, comenzaron a aplicarse en la actividad política, para construir  consenso, convencer, conseguir votantes, imponer valores, hábitos, etc. El resultado de esta implementación consistió en la generación de un cambio cultural, centrado en dos aspectos: por una parte la devaluación de la política a favor de la gestión, fundada en la idea de consenso, que expresa de un modo encubierto el ideal de la  desaparición de la política. Por la otra una nueva derecha sustentada en una imagen reformateada,
El marketing político nació en Estados Unidos a mediados del siglo XX. Es una disciplina que combina el trabajo de politólogos, comunicadores sociales, expertos en opinión pública y semiótica. Su objetivo principal consiste en diseñar estrategias a través de técnicas de investigación, planificación, gestión y comunicación (sondeos de opinión, spots televisivos, campañas de imagen, telemarketing, etc.). El diseño de la imagen y la comunicación a través de los medios masivos, constituyen sus principales soportes. La propuesta política que resulta de ese diseño se resume en un “mensaje”, que busca llegar a la mayoría de los votantes y que debe condensarse al máximo, por ejemplo “Cambiemos”. Esta logística requiere de muchos recursos, los que son obtenidos mediante acuerdos con grandes grupos económicos.

En América Latina y particularmente en Argentina el marketing político es un fenómeno relativamente reciente. En 1983 la política nacional había incorporado, en pequeña escala, las técnicas de publicidad moderna, mientras que las herramientas de marketing eran prácticamente inexistentes. El exponencial crecimiento y concentración de los medios de comunicación fue decisivo para que se produzca una operación determinante del cambio de paradigma cultural: el marketing y la gestión buscan sustituir a la política.

 A través del marketing es factible posicionar una marca, un producto, una idea o un candidato. Se trata de un funcionamiento que opera sobre la subjetividad, la manipula  y condiciona a través de la sugestión y la obediencia inconsciente. Los procesos cognitivos, la argumentación racional son insuficientes para evitar la captura, fascinación y las  identificaciones que producen los medios de comunicación de masas. El marketing, inventado para satisfacer necesidades del mercado, emplea técnicas de venta por medio de la publicidad con el objetivo de instalar, manipular demandas y opinión pública. Algunos estudios constatan que en la posmodernidad el sujeto establece con los medios de comunicación una relación de poder, saber y sometimiento.

A partir de Freud y Lacan sabemos que las demandas no son necesidades naturales, básicas o biológicas, sino que son construcciones discursivas. La mercadotecnia, a través de su aparato, impone demandas que luego aparecen como una elección libre del ciudadano. El “mandato” que subyace implica una relación entre dos términos: alguien ordena y otro se somete, obedece inconscientemente. ¿Cuál es el mecanismo psíquico que da cuenta de estos procesos que Freud comparó con la hipnosis? Hay una relación definida como libidinal con los objetos, que determina un lazo emocional con ellos. Estos objetos libidinizados están investidos de poder, saber, comandan identificaciones, producen obediencia y sometimiento.

La política democrática, en contraposición al dispositivo de instalación de demandas propio del marketing, parte del supuesto de igualdad como principio y condición, y no lo concibe como un punto de llegada o efecto de identificación en el sentido de uniformidad. En democracia, las demandas no se producen por manipulación de la subjetividad, sino que surgen cuando alguien se considera desfavorecido en la asignación determinada por un orden instituido. Ellas constituyen el rasgo principal de la política, que se puede definir como derecho a reclamar, o “derecho a tener derechos”, como afirmaba Hanna Arendt. Se trata de una acción instituyente en la que se opera la inscripción simbólica de una falta, que se articula como un pedido a las instituciones. Esto implica el corrimiento de cierto orden establecido, dentro de los límites que plantea la política. En el mismo acto de demandar se va construyendo un sujeto popular imprevisible, por lo que surge como algo nuevo, como una invención. Por el contrario, las demandas instaladas por el marketing implican una producción calculada de subjetividad, cuyo resultado inevitable es un sujeto devenido objeto y una masa uniformada. Se trata de un dispositivo planificado de sugestión y manipulación montado a partir de técnicas de venta. El objetivo buscado es que el ciudadano “compre” el mensaje construido por los expertos en marketing político. Este procedimiento pone de manifiesto la omnipotencia del mercado y la respuesta de impotencia del sujeto y del Estado. A veces el mercado se disfraza de política, lo que lleva a que el accionar de los ciudadanos quede indiferenciado entre la libertad de elección o la sugestión determinada por las técnicas de venta. En este caso se adquiere una  marca, una identificación y una pertenencia imaginaria en determinado universo significativo, sin advertir que tras ello hay un proyecto político. Las categorías de verdad, libertad, autonomía del sujeto para elegir y la racionalidad para evaluar, quedan debilitadas.  

En la actualidad el mercado va extendiéndose a múltiples expresiones de la cultura. Conquistando casi todo, se apropia también de los Estados, se disfraza de ley y en lugar de regular el consumo, lo exige: “consume todo".
La bestia capitalista engorda su poder a costa de la subjetividad. El Leviatan, aquel monstruo marino que representaba al Estado en la modernidad, hoy quedó derrotado frente a un mercado triunfante e ilimitado que barre con casi todo. Los Estados se presentan inoperantes para regular el mercado, el consumo, el goce y su distribución, el crecimiento de la industria de las armas, el narcotráfico y el terrorismo.

El mercado a través de los medios de comunicación instala opinión pública y  busca lograr un consenso apolítico, que no es otra cosa que un sistema de identificaciones y de uniformidad propia de la psicología de las masas, un orden homogéneo que va en contra de la política.

La democracia, el gobierno del pueblo fundamentado en una voluntad popular, no consiste solo en la igualdad de los individuos ante la ley, ni tampoco en la mera suma de las diferencias. La comunidad no se define por el sentido común ni por el espacio del consenso de una masa de autómatas, “regulada” por el consumo como única ley del mercado. Lo común no está establecido en una norma ni garantizado, por el contrario requiere ser demostrado. En la democracia la comunidad de iguales se verifica a través de la política, esto es el conflicto, la polémica, los antagonismos.

Cuando los ricos y los pobres dicen lo mismo, por ejemplo “quiero un cambio”, y votan lo mismo, la igualdad y la  libertad son ilusorias, lo político se debilita, triunfa el marketing y se escoge por la imagen publicitaria mejor diseñada.

Buenos Aires, 16 de febrero de 2016

*Psicoanalista (UBA)-Magister en Ciencia Política (IDAES)

sábado, 13 de febrero de 2016

A Revolução das Balas de Borracha Argentina sob Mauricio Macri

Balões amarelos, música de festa, o cão na cadeira presidencial: Com ascensão de Mauricio Macri ao cargo, meios de comunicação nacionais e internacionais foram unânimes, na Argentina explodiu a “Revolução feliz” — o fim do endurecimento populista e o “retorno ao palco mundial” sob a liderança de uma pós-ideológica, liberal, democrática centro-direita. Seu ídolo, disse Macri aos jornalistas reunidos do Le Monde, The Guardian, La Stampa e El País, foi Nelson Mandela. Nenhum dos presentes parecia acalentar a mais leve suspeita de sarcasmo.

Como pesquisadores acadêmicos, lidamos ha décadas com a história e a cultura da Argentina. Estamos consternados. Indignados. Preocupados. À medida que escrevemos estas linhas, a polícia atira com balas de borracha em crianças e adolescentes.
Forças especiais penetraram em uma favela, onde os moradores se reuniram para um dos poucos momentos de felicidade que lhes dá a vida: o ensaio de um desfile de carnaval. A polícia estava atirando em qualquer coisa que se movesse. Sem justa causa, sem aviso prévio. Por puro terror.
Desde a posse de Mauricio Macri prevalece na Argentina um clima, que o país não via desde os anos sangrentos da última ditadura militar. Sob o manto do recesso parlamentar anual, sob o pretexto de combater o tráfico de drogas, o presidente declarou estado de emergência nacional, o que permite o uso de militares em assuntos de segurança interna e até mesmo permite o abate de aviões de passageiros sem aviso. Ninguém pode sair de casa sem documentos. Nem mesmo o México foi tão longe em resposta a uma ameaça percebida pelo crime organizado — mesmo sendo Buenos Aires, em conjunto com Montevidéu, a capital mais segura da América Latina. Também por decreto e claramente excedendo suas competências constitucionais, Macri nomeou dois antigos informantes para juízes federais e anulou a lei que regulamenta os monopólios da mídia. Nem mesmo sob a ditadura militar uma concentração tão alta de canais era permitida como hoje. Concomitantemente inúmeros jornalistas críticos ou simplesmente não-alinhados com o governo foram demitidos — não só da rádio e de televisão pública, mesmo na mídia privada, que foi ameaçada com a retirada da publicidade estatal. Enquanto a tributação das exportações agrícolas foi suspensa, a desvalorização do peso provocou uma maciça redistribuição (de renda) em favor dos setores mais ricos, no aparelho estatal, começou uma onda de demissões, onde 25.000 postos de trabalho já foram cortados (com idêntico número no setor privado); a maioria deles no alvo de uma campanha de limpeza contra os opositores políticos, reais ou suspeitos.
Particularmente duro foi o golpe nas estruturas de apoio do Estado e proteção aos direitos humanos: em vários ministérios e agências departamentos inteiros foram fechados. Simultaneamente ex-funcionários da ditadura militar, suspeitos de envolvimento em abusos contra direitos humanos, foram nomeados para cargos no governo. O Presidente tem recusado audiências às organizações de direitos humanos, incluindo as mães e avós da Plaza de Mayo, até o dia de hoje; Ministro da Cultura do governo da cidade de Buenos Aires, aliada Macri, afirmou que o número de desaparecidos da última ditadura militar era uma “mentira de que foi fabricado na mesa de negociação, a fim de obter subsídios”.
Neste clima de intimidação geral, não surpreende, a violência com que a polícia age contra protestos de sindicatos e desempregados, mulheres e povos indígenas, assim como a criminalização de qualquer oposição política. Seu ponto máximo (por agora), foi atingido com a prisão de ativista indígena e deputada do Parlamento do Mercosul (Parlasul) Milagro Sala, que havia participado de um acampamento de protesto pacífico para obter uma audiência com o governador da província de Jujuy, Gerardo Morales, aliado de Macri. Este, depois de tomar posse, havia declarado como ilegal as cooperativas habitacionais indígenas e ameaçou retirar o apoio do governo. Depois da Anistia Internacional, o Parlasul e ao Parlamento Europeu terem apresentado oficialmente um protesto, as autoridades judiciais da província (que Morales, seguindo exemplo de Macris, empossou por decreto com informantes) responderam pelo aperto das condições prisionais de Salas e a prisão de outros ativistas.
O governo Mauricio Macri não é nem pós-ideológico nem moderado; é liberal, no sentido de unicamente seguir as diretrizes do establishment financeiro internacional. A “nova direita” Argentina é semelhante ao da Polônia ou Hungria: Seu programa consiste em esmagar a liberdade de imprensa, a cooptação do sistema judicial, a perseguição de dissidentes, o violento esmagamento de toda a resistência.
Como um ex-presidente de um grande clube de futebol e dono de um império financeiro e midiático de vários milhões de dólares, com ótimos contatos no submundo das organizações hooligan e judiciário, tem dezenas de ações pendentes por corrupção e espionagem ilegal, entre outros por parentes das vítimas do ataque terrorista no judaica organização comunitária AMIA, benevolentemente arquivados. Macri não tem nada em comum com Mandela. Pelo contrário, é um Berlusconi sul-americano: um magnata que ama “ratings” e despreza democracia.
Em menos de dois meses, o governo Macri encaminhou o maior retrocesso em questões de direitos humanos desde o fim da ditadura militar na Argentina no ano 1983. Esta não é uma “revolução feliz”: É simplesmente a Revolução de balas de borracha. Os seus projéteis visando o coração do processo democrático na Argentina e em toda a região.
Contra o totalitarismo a pressão internacional é uma das poucas armas que nos restam. Em nome da democracia e dos direitos humanos em nome da liberdade de imprensa e do direito à informação, pedimos aos nossos colegas na imprensa, no trabalho cultural e ciências sociais e técnicas: Chamem a atenção dos seus leitores, estudantes e público para o estado anti-democrático e repressivo na Argentina Mauricio Macri.
A revolução de balas de borracha não tem nada revolucionário. São apenas balas. De borracha dura, até agora. Até mais.
Brigitte Adria­ensen (Univer­siteit Nijmegen)
Jens Ander­mann (Univer­sität Zürich)
Ben Bollig (Univer­sity of Oxford)
Geneviève Fabry (Univer­sité Catho­lique de Louvain)
Liliana Ruth Feier­stein (Humboldt Univer­sität zu Berlin)
Anna Forné (Göteborgs Univer­sitet)
John Krani­auskas (Birkbeck College, Univer­sity of London)
Emilia Perassi (Univer­sità degli Studi di Milano)
Kathrin Sartingen (Univer­sität Wien)
Dardo Scavino (Univer­sité de Pau et des Pays de l’Adour)