domingo, 29 de noviembre de 2015

A diferença que faz quem pensa que "é tudo a mesma coisa"

Enquanto os teóricos de esquerda do "é igual", "é igualzinho" ou "é tudo a mesma coisa" não conseguem ver a diferença entre governos populares que lutam pela hegemonia de um projeto político de redistribuição de renda e inclusão social, os teóricos das multinacionais conseguem ver perfeitamente. Assim, atacam com golpes financeiros, com golpes da mídia, com operações de inteligência. Finalmente conseguem se apropriar mais uma vez de boa parte do poder político no
Estado e impor um projeto em favor da concentração do capital sem qualquer interferência dos setores populares.
Quando isso acontece os militantes do Partido de Parménides percebem que nem tudo é igual, mas já é tarde, o estrago já foi feito. Não adianta mais fazer cara fechada e gritar consignas de luta. O passo para trás já foi dado.
É isso o que está acontecendo na Argentina hoje com a mudança de governo de 10 de dezembro de 2015.
Entre um e outro governo há milhares de pessoas que perderão seus empregos em menos de um ano, muitas delas também deixarão de ir na escola e a pobreza vai a aumentar. Entre um governo e outro há um Estado que faz políticas públicas de redistribuição e inclusão social que mudam as condições materiais de vida das pessoas e outro Estado que será administrado em favor das multinacionais. É por isso que as multinacionais gastam tanto dinheiro para derrubar governos na América Latina. Eles sim conseguem ver a diferença.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Las estrellas de Macri

LAS ESTRELLAS DE MACRI
En una nota publicada hoy por el pasquín de Bartolito, un tipo que dice responder al nombre de ‘Jorge Oviedo’ nos informa que PARA LOS BANCOS EXTRANJEROS, EL EQUIPO DE MACRI “ES EL BARSA”. Lo peor de todo es que debe ser verdad, que los tipos efectivamente piensan y dicen eso; y eso significa que están esperando que nos caguen a goles. Y este ‘nos’ no remite a un sujeto político, como el Kirchnerismo, sino a la amplia mayoría de los argentinos que va a sufrir con la política económica que se está tramando: que van a tener dificultades para pagar sus cuentas y sus deudas, en muchos casos también para atender sus necesidades más básicas, y que, en todos los casos, verán frustradas muchas de las expectativas que parecían razonables a la luz de la experiencia de los últimos años. Lo que incluye, y no me canso de decirlo, a la amplísima mayoría de los que votaron a los carapintadas. La malaria nunca es políticamente sectaria.
Hay que decir, sin embargo, que hay una diferencia grande entre burros como Melconian y tipos como Messi. Messi es de los que te bailan aun con el árbitro en contra; Melconian precisa que los bancos que lo patrocinan le den todo servido para, así, el poder hacer lo que esos mismos bancos ya le ordenaron hacer: más que eso, él y los tipos como él no saben y no precisan hacer. Y, a ellos, les va bien haciéndolo. Aunque, cuando el pacto que los lleva al poder rompe, se caen en dos dias. Porque ya han hecho muchas cagadas; y porque tampoco sabrían que hacer, ya que sólo son ejecutores de recetas muy conocidas y diseñadas por otros. Es como lo de los abogados y las grandes empresas: no es que los abogados trabajan para las grandes empresas por el hecho de ser ellos muy competentes; son ‘competentes’ porque trabajan para esas empresas: a las que los jueces siempre respetan, reverencian, y temen. Por eso, esos abogados ganan los juicios: no porque conozcan el derecho o sepan argumentar.
Pero vuelvo a los bancos y el ‘equipazo de Macri’; porque hay que cuidarse de ellos, y no parar de obstruirlos, hasta que se vayan: ese equipo de ‘estrellas’, su hinchada de banqueros y también los árbitros de los tribunales que les cobran a favor. Y nunca olvidarse que son hijos de puta y hasta pícaros, pero no hay razón para pensar que posean mayores virtudes intelectuales, o creerse que tengan una sólida formación. Sobre todo porque no precisan de esas cualidades; porque, como ya dije, sólo son ejecutores de recetas que ya están listas y todos conocemos. Y los que los mandan son los mismos que también montan, y pagan, el corito de amanuenses y de locutores que ensalza su ‘excelencia’, su ‘sólida formación’, y su experiencia. Esto vale para Melconian, para Prat Gay y para todo el resto. Si ganan algunos partidos, es porque sólo corren carreras ya arregladas, trabajando para los apostadores tramposos que siempre saben el nombre del ganador, porque son ellos los que lo elijen.

Dos formaciones populistas en disputa diseñan el nuevo mapa político argentino

Uno de los saldos de las última elecciones nacionales fue que se cayeron varias caretas y se blanqueó lo que se puede definir como un reordenamiento de fuerzas.
En la Argentina hay categorías y binomios que conviene dejar de usar porque oscurecen, más de lo que aclaran. Por ejemplo el par izquierda-derecha, peronismo-antiperonismo, trabajadores-patronal hoy son insuficientes para describir la lucha política. Contrastando con esa confusión se reforzó la famosa grieta que divide lo social. De un lado quedó el pueblo integrado FpV, los autoconvocados, vecinos, artistas, científicos, parte del sindicalismo, un sector de la izquierda y del peronismo que no integra el FpV. Todos estos se articularon en la últimas elecciones a partir de la demanda de la continuidad soberana y de un modelo nacional- popular reforzando la integración latinoamericano. Del otro lado se conformó una nueva identidad articulada por el significante vacío Cambiemos. En este segundo campo quedaron incluidas la derecha tradicional, la élite económica representada por la oligarquía y las corporaciones mediáticas, parte del sindicalismo que representa Moyano, un sector del peronismo, del radicalismo y una izquierda (FIT )que avaló con su voto en blanco, un proyecto neoliberal de endeudamiento, dependencia y alineamiento con el capital financiero. 

Más allá del triunfo de Macri en las últimas elecciones, es necesario destacar una novedad en la lucha política que presenta esta época y que la distingue tanto del neoliberalismo que comenzó a implantar el terrorismo de Estado, como del impuesto en los 90. Hoy se trata de dos formaciones populistas en disputa por la hegemonía política y cultural.

DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE “NEW DEAL” EN EL SIGLO XXI, O SOBRE YANIS VAROUFAKIS EN LONDRES.



Horacio Luján Martínez[1]

Subiendo a las corridas los largos escalones del Central Hall de Westminster, ya que mantengo intacta mi capacidad de perderme en los túneles y galerías del subte (Underground) londinense y llegaba tarde, me dejé conducir a uno de los pocos lugares vacíos de la vieja Methodist Church donde se desarrollaba lo que era una mezcla de  “meeting” del Partido Laborista, a pesar de la ausencia de Jeremy Corbin, y una emotiva  reunión abierta al público en oposición a los planes de austeridad de Mr. Osborne, tal como fue llamado durante toda la tarde el vocero del oficialismo británico. La tarde de ese sábado 21 de Noviembre, nublada y fría como pocas en estos días, contaba con la esperada presencia del ex ministro de Economía de Grecia: Yanis Varoufakis. El encuentro se realizó bajo la convocatoria “Fighting Austerity. Building the Alternative” (Luchando contra la austeridad. Creando una alternativa) y contaba con la bien humorada presencia de John McDonnell, líder y vocero del Partido Laborista.
Es en el contexto de una conferencia dada en el corazón político de Londres y a menos de ocho días de los atentados en París, que debe entenderse sin ironía la apelación que Varoufakis hizo a la “civilización británica”. Un pedido reforzado al final de la conferencia con una advertencia amistosa: “ustedes no pueden escapar de Europa”. Precisamente porque los acontecimientos en París, Beirut, Damasco, Mali a los que el ex ministro enfatizó como merecedores de una solidaridad equivalente a la recibida por los parisienses, son los que alimentan los “peores instintos del establishment”. Pero, advirtió Varoufakis, antes de esos eventos ya caía un “velo” (aquí sí utilizó la palabra “veil” de un modo nada inocente) de insatisfacción sobre Europa.
En realidad este debate no sólo no es ajeno a Latinoamérica sino que se desarrolla de modo claro en estos días con la victoria de Mauricio Macri en Argentina y la inestabilidad política que atraviesa Brasil: es la discusión sobre el papel del Estado en relación a la economía. Apoyándose en números e índices económicos de Inglaterra y Europa en general, llamó a fiscalizar a las grandes corporaciones, no tanto para ejercer algún tipo de punición como para, si me es permitida una palabra cargada de religiosidad, “convertirlas”. ¿Qué significaría esta conversión? Llevar a cabo lo que él mismo llamó de una retomada de un “new deal” a la Franklin Delano Roosevelt: así como hubo un pacto entre el estado y los trabajadores para escapar de la Gran Depresión en los Estados Unidos de América, debemos pensar en términos constructivos y creativos – continuó - para salir de esta crisis, de la cual los refugiados sean tal vez la imagen más dolorosa.
Varoufakis llamó a utilizar los “mecanismos políticos” que la democracia liberal posee para estimular inversiones. Estos mecanismos fueron resumidos en tres breves aunque complejas fases 1) tasar las ganancias que no son reutilizadas para inversiones en lo que llamamos “el aparato productivo”, pero también liberar de tasas a aquellos que se arriesgan a la inversión que posibilite la creación de empleos; 2) juntar a las mejores mentes de esta época, tal como fue hecho durante la Segunda Guerra Mundial. Los nombres de Alan Turing y otros precursores de internet y otras tecnologías contemporáneas fueron invocados como ejemplo; 3) y una tercera fase consistiría en crear un Banco Público (algo así como el Banco de La Nación Argentina o el Banco do Brasil) que se ocupe de administrar estos fondos de inversión para, entre otras cosas, detener la loca carrera inmobiliaria que está aconteciendo en los últimos tiempos en el sur de Inglaterra en particular.
Entonces, ¿De que hablamos cuando hablamos de un “New Deal” en el siglo XXI? De la  voluntad política de reconocer que estamos viviendo en una crisis sin precedentes, en la cual los especuladores financieros no solamente no fueron castigados por la justicia como fueron premiados y convenientemente olvidados a golpe de las psicológicamente desestabilizadoras “Breaking News”. De la voluntad política de no dejarse engañar por los llamados a combatir “fundamentalismos religiosos” mientras el terrorismo financiero se alimenta y aumenta su impunidad bajo nuestras narices. Estamos hablando de mantener el optimismo político aún cuando parezca a contramano del mundo actual.   


[1] Profesor del Curso de Filosofia de la PUCPR (Pontifícia Universidade Católica do Paraná) Campus Curitiba. Investigador visitante en el CSD (Centre for the Study of Democracy) de la Universidad de Westminster (Londres, UK), estadía realizada con auxílio de la Fundação CAPES (Coordenação de Aperfeiçoamento do Pessoal de Nível Superior) de Brasil.

La Guerra

Ni lo que Occidente ha hecho con sus colonias, ni la pobreza estructural, ni las dictaduras teocráticas políticas justifican causalmente el terrorismo.
Los argumentos cooperativos de la izquierda son rápidamente desautorizados por los expertos, incluidos los comentarios recientes del Papa, que intentó apelar a la ecuación pobreza/terrorismo.Y es cierto que ese supuesto nexo causal y determinista no funciona para dar cuenta de la especificidad del terrorismo de la yihad.
No se trata nunca de determinaciones causales. Pero a la vez cómo negar que es justamente en donde se encuentran miles de jóvenes, que necesitan reinventarse en el interior de una historia de horror, donde se encuentra un orden de reclutamiento donde otorgar una "ficción orientadora" a la subjetividad es un hecho determinante. A su vez, sin necesidad de establecer una teoría conspirativa paranoica, es pertinente señalar que en la época donde Europa se comenzaba a interrogar, a partir de distintas experiencias políticas, por una contraexperiencia en el orden de dominación neoliberal, se encuentra ahora marcada por una agenda de seguridad donde, finalmente, como ya es sabido, tienen la última palabra las fuerzas restauradoras.
No se trata de planes urdidos por tal o cual agente, es la estructura del Capital que se rehace permanentemente de modo circular y que en esta ocasión parece necesitar cada vez más, para asegurar su funcionamiento, la inminencia amenazante de la guerra, de una guerra cada vez más opaca en cuanto sus contendientes; y con respecto a la cuál, en primer lugar, antes que las intervenciones directas en esa confusión, se deberían sacar a la luz la red de complicidades que la sostienen.

Jorge Alemán

Popular y Nacional

Entre todos los elementos que se conjugaron para la apretada victoria de Mauricio Macri se destacó su endeble pero eficaz discurso: frases generales sobre la unión de todos los argentinos, unión necesaria para construir el país que todos soñamos, donde cada uno, vos, vos y vos, pueden hacer su parte porque unidos somos más, porque unidos somos más. Un discurso cándido-conciliador donde el candidato del capital capturaba retazos de ideologías irreconciliables y de biografías políticas quebradas para fundirlas en una masilla pedagógica que lo ungía como alumno ejemplar: aprendí del peronismo, aprendí del socialismo, aprendí del radicalismo, aprendí del sindicalismo... Termina en una escena del teatro del absurdo, inaugurando en una plaza una estatua de Perón con otras figuras perdidas del peor peronismo: discursos vacíos pero cargados de efectos políticos, porque con esta estrategia de collage ideológico se atribuía al oficialismo la responsabilidad por la desunión, por la crispación, por la confrontación que hoy divide a los argentinos. Macri presentado como la vuelta a la serenidad, al equilibrio y al diálogo que perdió el actual gobierno parece haber triunfado como la mejor mentira de esta campaña sobre el electorado conservador.
La idea de un gobierno en permanente estado de intolerancia es una idea peligrosa porque en última instancia amenaza con la pérdida de la unión nacional. Y sobre esto hay que reflexionar; no se trata de exageración retórica. Cuando se habla del proyecto nacional y popular, nos concentramos más en el carácter redistributivista de las políticas sociales, que resulta natural en función de la violenta regresión social que padecemos desde la dictadura militar, y relegamos el otro término, nacional, para referirnos al conjunto de políticas neodesarrollistas y reindustrializadoras. Pero lo nacional merece más atención porque es, en definitiva, lo que está amenazado como identidad colectiva; debemos comprender las formas concretas que adopta hoy esta amenaza.
La estrategia se repite: todos los gobiernos populares latinoamericanos son sistemáticamente atacados por intolerantes y confrontacionistas. Los clivajes varían pero son el mismo: chavistas y antichavistas, petistas y antipetistas, kirchneristas y antikirchneristas, y así también en la Bolivia de Evo, en el Ecuador de Correa y así fue también en el Paraguay de Lugo antes del golpe de Estado que sufrió. Acusar repetidamente a estos gobiernos de fomentar la desunión nacional, agitar a la población con esta acusación y estimular la indignación es obviamente un intento de deslegitimación y bloqueo de condiciones gobernabilidad: una estrategia destituyente. El objetivo es el reencuadramiento de los gobiernos populares latinoamericanos dentro de la estrategia de recomposición hegemónica estadounidense para la región. Venezuela es el país donde más ha avanzado dicha estrategia, buscando colapsar el sistema político y poniendo en riesgo la propia unidad nacional a través de una escalada de tensiones, conflictos y llegando a provocar muertes en enfrentamientos entre defensores del gobierno chavista y opositores.
Es importante comprender que no se trata de una política aislada sino, al contrario, constituye  la estrategia mayor del imperio americano hoy en diversas regiones del mundo: la dominación no se garantizaría más a través de la imposición de un gobierno títere que mantiene la unidad nacional por vía autoritaria, sino paralizando un gobierno, colapsando el Estado, destruyendo su infraestructura y hudiendo ese país en una guerra civil.
Ucrania es caso ejemplar: con el objetivo de aumentar la esfera de influencia de las potencias occidentales sobre países y regiones  que tradicionalmente estuvieron bajo influencia rusa, se explotó la profunda escisión del pueblo ucraniano entre Europa y el mundo eslavo, desgarrando ese país y hundiéndolo en una terrible guerra civil. A fines de 2013, el entonces presidente Viktor Yanukovich desiste de firmar un acuerdo con la UE luego de recibir otra propuesta mejor del gobierno ruso, preocupado éste último con la influencia que las potencias occidentales tendrían sobre el país. En ese momento se activa la ofensiva occidental: sorpresivas manifestaciones callejeras, disturbios y protestas (las llamadas manifestaciones de la Plaza Maidán, en el centro de Kiev) contra el presidente ucraniano forzaron su caída y una junta provisional compuesta por grupos ultranacionalistas y neonazis llama a elecciones, que gana Petro Proroshenko, en diciembre de ese mismo año, quien en 2014 firma el acuerdo con la UE y amenaza entrar a la OTAN. Inmediatamente se despliega una ofensiva contra las regiones pro-rusas de Ucrania oriental, que resisten y pasan a recibir ayuda humanitaria de la Federación rusa. El país queda irremediablemente fracturado, y las regiones orientales de Donetsk y Lugansk resisten mientras se acumulan los muertos de uno y otro lado. Un acuerdo del nuevo gobierno ucraniano con la OTAN sería inadmisible para Rusia, pues significaría la posibilidad de instalación de bases militares y de misiles a las puertas de la Federación Rusa, que podría ser considerado el gran objetivo geoestratégico de las potencias occidentales en su intento de acorralar una Rusia que renace como un actor importante del sistema internacional bajo el gobierno de Putin: promover los conflictos, enfrentar naciones, envolver a Rusia en conflictos locales e interrumpir su reconstrucción como potencia. El medio para alcanzar este objetivo? Hundir en la guerra civil a todo un país.
Medio Oriente también demuestra que el proyecto estadounidense de reconfigurar toda la región promueve la desintegración nacional de varios países, cuyas poblaciones civiles inocentes sufren el colapso de sus Estados y sus infraestructuras, rodeados de guerras con múltiples frentes de batalla y la generalización del caos, como demuestran los casos de Irak, Libia, Siria, que actualizan de manera trágica el viejo lema de dividir para reinar.
Un escenario semejante podría emergir como amenaza potencial para ciertos países latinoamericanos. La constante referencia de los medios opositores a una supuesta “grieta” y a un estado de permanente “crispación” social (ambas expresiones aparecen recurrentemente en las empresas del Grupo Clarín) que habría sabido crear el intolerante y siempre confrontativo krichnerismo significa poner a circular la idea de división nacional, una estrategia comunicacional que busca horadar la legitimidad del gobierno popular. La hábil planificación de manifestaciones “autoconvocadas”, las constantes operaciones mediáticas y denuncias cotidianas redactadas enteramente en potencial que se demuestran falsas estimulan la indignación moral y la irritabilidad social resultando en la creación de climas artificiales de descontrol, sensación de desgobierno y corrupción generalizada. Como ya se sabe, las grandes corporaciones mediáticas asumen el lugar de los partidos de oposición, cumpliendo la función de organizar los intereses económicos dominantes fuera de la esfera político-institucional con el objetivo de inviabilizar al gobierno, paralizando al Estado y sus políticas, operando desde la división social que promueve su discurso mediático de odio e intolerancia.
En última instancia, lo que buscan es provocar una crisis terminal, interrumpiendo el mandato presidencial. Desalojar del poder al gobierno democrático y popular por medio de la división nacional. Pero el concepto de crisis terminal debe ser analizado en estrecha relación con el de ajuste como promesa de rectificación económica. Esta es la lógica de la gestión neoliberal del capitalismo contemporáneo: una grave crisis económica es comprobadamente la mejor manera de justificar un ajuste regresivo; una crisis es una oportunidad más para que el capital lucre: políticas de ajuste necesitan de una crisis que las legitime como medida de excepción, dispositivo de disciplinamiento social alimentado por el terror económico al desempleo y al hambre generado por la propia crisis.
La experiencia brasilera de 2015 es un caso ejemplar: durante la agresiva campaña presidencial que sufrió la candidata del Partidos dos Trabalhadores, Dilma Rousseff, uno de los objetivos de la oposición y de los medios dominantes fue la de crear la sensación de que la economía brasilera estaba en crisis, al borde del abismo, lo que la situación macroeconómica de fines de 2014 de ninguna manera corroboraba. Mas consiguieron invertir las expectativas de los agentes económicos. La candidata Dilma Rousseff fue elegida para un segundo mandato y en función de ciertos desequilibrios que acumulaba la economía brasilera, decidió implementar las correcciones necesarias. Pero nombró como ministro de Economía a Joaquim Levy, un economista ortodoxo, formado en Chicago, que era asesor de Arminio Fraga, que era considerado el probable futuro ministro de Economía del candidato derrotado de la derecha, Aecio Neves. El ministro Levy establece como objetivo la necesidad de obtener equilibrio fiscal, para lo cual empieza a implementar un duro ajuste en el gasto público, mientras aumenta simultáneamente la tasa de interés de referencia de la economía (tasa Selic), cóctel que en poco tiempo transforma lo que era una economía de bajo crecimiento en una economía en recesión profunda. Así, las políticas de ajuste neoliberales crearon lo que hoy es una grave crisis económica, que en los medios dominantes ya justifica más políticas de ajuste regresivo para enfrentarla. Está terminado el círculo vicioso del ajuste neoliberal: el neoliberalismo, encarnado en el ministro Levy y acompañado por las grandes empresas mediáticas, crearon una grave crisis económica (que podría haber sido enfrentada con otras políticas contracíclicas no regresivas) que ahora exige un duro ajuste fiscal, lo que agrava la crisis que a su vez exigirá nuevas políticas de ajuste. Así se crea un estado permanente de ajuste que termina previsiblemente en una crisis final, como la que sufrió la economía argentina en 2001. Crisis terminal que se acerca peligrosamente de estallidos sociales y amenazas de disolución nacional.
Así, durante la campaña de Mauricio Macri, es un error creer que sus economistas pecaban de imprudentes cuando avisaban que iban a implementar una megadevaluación del peso mientras afirmaban que las reservas en el BCRA estaban agotadas; al contrario, querían precisamente provocar una crisis económica que, como ya dijimos, justificaría medidas de ajuste regresivo y desmontaría el modelo distributivista del gobierno popular de Cristina Kirchner. Mejor aún si la crisis le hubiera estallado en las manos a la Presidenta Cristina, antes del 10 de diciembre, cuando asume el nuevo presidente, lo que los eximiría del costo político de las medidas de ajuste, presentadas, como es de rigor, como inevitables.
El inicio de un nuevo ciclo neoliberal en la Argentina y las estrategias concretas de resistencia contra su consolidación por toda América Latina dependerá entonces de: 1. cómo enfrentar la estrategia de recomposición hegemónica estadounidense en América Latina que promueve el encuadramiento de los países de la región con gobiernos populares a través de la profundización de la división nacional, como en el caso de Venezuela, arriesgando provocar una guerra civil para lograr imponer un gobierno subordinado, situación que podría ser reproducible en otros países de la región, donde ya existen grupos neofascistas pidiendo el regreso de gobiernos militares y las clases medias exigen procesos de juicio político contra las autoridades; 2. cómo enfrentar la gestión neoliberal de la economía, que fabrica crisis para después justificar recetas de ajuste regresivo que adquieren carácter permanente, llevando al disciplinamiento social por medio del terror económico, que conduce inevitablemente a crisis económicas terminales como la crisis argentina del 2001; y 3. cómo enfrentar a las grandes empresas de medios de comunicación que alimentan la división nacional para agotar e inviabilizar a los gobiernos populares en el poder o debilitar toda oposición a las políticas neoliberales que vayan a implementar gobiernos como el de Mauricio Macri en Argentina.
La resistencia a un nuevo ciclo neoliberal en Argentina o tal vez en la región significará oponerse a un poder que parece jugar con la profundización política, económica y mediática de la división nacional que ellos atribuyen al campo popular para imponer sus políticas, porque ella justificaría medidas represivas (que las leyes antiterrorismo ya  anuncian en varios países de la región) que llevarían de hecho a un nuevo autoritarismo que es el que exige un neoliberalismo cada vez más cansado del orden democrático y sus derechos.

Mariano Sánchez

jueves, 26 de noviembre de 2015

La derecha progresista

La derecha progresista española, alimentada por sus periodistas ilustrados, tanto argentinos como españoles, celebra el cambio, en nombre de la democracia y en contra del Populismo autoritario. 
De este modo, no admiten que son de derechas, son demócratas defensores del institucionalismo moderno y hacen caso omiso de cualquier lectura de la devastación ética y social del Neoliberalismo con respecto a los vínculos sociales. El significante amo de la derecha progresista es la Democracia, pensada como un lugar neutro e incondicional. Mientras las derechas tradicionales celebran el inicio de la caída de las izquierdas en lo sucedido en Argentina, para las derechas progresistas, que no admiten ser de derechas, ha comenzado el retorno de la Democracia y los valores republicanos. Tertulianos, programas de debates, radios, etc. repiten como un mantra el cambio democrático. Esta figura de la derecha democrática tiene un aspecto más detestable que el de la derecha histórica, ya que se refugia en valores universales e ilustrados, en muchos casos con pretensiones éticas. El Neoliberalismo en tanto configurador de subjetividades tiene en el derechista progre su partenaire privilegiado.

Jorge Alemán

miércoles, 25 de noviembre de 2015

La política una tarea imposible

La política una tarea imposible

"Cambiemos" constituye un populismo de derecha, una vuelta al neoliberalismo. Se acuerdan cuando en los 90 decían "revolución productiva" y nadie sabía qué significaba? Ahora sucede algo parecido con "Cambiemos", me hue
le a que comienza la era de la pizza con chapagne. Sin embargo no se va para atrás. En estos días también se gestó un inmenso movimiento popular en los que tratamos de defender a la Patria y que no se perdiera todo. No nos olvidemos de esta primavera, ni de las transformaciones que concretó el Gobierno con el protagonismo de los más indefensos.
Lamento tener que dar lo que será una mala noticia para algunos: aunque los macristas quieren borrar la mentada grieta y armonizarla con la gestión, ella va a continuar porque es el rasgo que define lo político. Intentar curar la escisión del inconsciente es una pavada que sólo pueden suscribir los que creen en las virtudes de las terapias de autoayuda, es decir en la omnipotencia del narcicismo y de lo imaginario. Esas terapias son los equivalentes de la gestión como fundamento de lo social, en lugar de la política: una estafa, suturan una hiancia, una imposibilidad, que es el rasgo propio de la política. La escisión no se cura, lo reprimido retorna y lo rechazado vuelve desde lo real. Seguiremos del otro lado de la grieta custodiando lo ganado, luchando primero contra nosotros mismos y lo que se presenta como frustración, luego defendiendo "la política" sin dormirnos con la “gestión” que comienza.


Concluyen los mejores años de la historia contemporánea argentina.Mi agradecimiento a los compañeros, los dirigentes, los dos líderes indiscutibles Néstor y Cristina, a todos los que nos pusimos el proyecto al hombro y la remamos hasta el final.
La lucha política continúa, acá nadie se da por vencido.


Nora Merlin

‘Hacer posible lo imposible’; ‘nadie creía que esto podía ocurrir, pero ocurrió’

‘Hacer posible lo imposible’; ‘nadie creía que esto [léase: la ajustada victoria electoral amparada en una campaña de la prensa hegemónica que lleva una década de mentiras y se apoya en los peores prejuicios y mitos de la clase media argentina] podía ocurrir, pero ocurrió’ son todas formulas del discurso mágico-[neo]religioso de la autoyuda que los carapintadas usaron esta vez: los boludos lo llaman ‘conchin ontológico’, o algo así. Cuando se dice que lo imposible se hizo posible, se está llamando a dejar de pensar en términos de razones y hechos, para simplemente pasar a creer, en el sentido de ‘confiar’, de ‘dejarse llevar mansamente’. Cada uno creyendo y confiando en su casa, y Pratt Gay tomando las decisiones que quepa tomar.

Para mucha gente, ese esquema duranbarbesco es más cómodo y agradable que los largos y articulados discursos de Kristina: allí las decisiones políticas se justifican con argumentos y consideraciones que llaman a pensar. Cuando Macri tome las suyas, sólo va pedir que creamos, que tengamos fe en él. Va a pedir que creamos que lo imposible pueda ocurrir: va a pedir que se crea que las dificultades generadas por medidas anti-populares y pro-oligarquicas van a ser finalmente compensadas: la vuelta al conocido estamos mal pero vamos bien de los noventas, que en la década K los medios cambiaron por ese incomprensible “estamos bien pero vamos mal” del que se hizo eco mucha gente.
Es decir: cuando la gente empiece a sentir los efectos del esperado ‘sinceramiento’ (que entre otras cosas va a consistir en hacernos ver que la casa que se está construyendo con el crédito del procrear era sólo un espejismo producido por la hipnosis colectiva generada por Kristina en sus cadenas nacionales; y que por eso ya nadie más construye ninguna), se va a pedir paciencia y confianza. Una mansedumbre que será premiada por un vago regalo de navidad. Como en un film de la Disney o de Spielberg: música, maestro!

Paul Valery decía que lo típico de la religión es creer que la creencia tiene un valor intrínseco, que ella es buena en sí misma; pero eso fue escrito en las primeras décadas del Siglo XX.  En la autoayuda, en el conchin ontológico, y en las vociferaciones de muchos pastores protestantes, esa creencia pasó a tener un valor de talismán: la cosa está un poco cambiada. Allí lo que se insinúa es que cosas como creer que lo imposible puede ocurrir, o dejar de pensar y de argumentar, y tener pensamiento positivo, son actitudes que (a la larga) terminarán dando dividendos en dólares, o en pesos con los que ir a la casa de cambio sin que nadie pregunte nada (de ahí lo de ‘Cambiemos’).

En MUNDO MACRI (un parque de diversiones de film de terror) el que trabaja, y no pierde tiempo discutiendo y criticando, termina ganando. Y la gente apostó a eso. La insistencia en contraponer la simpatía bobalicona de Macri a los discursos ‘soberbios’ de Kristina, viene de ahí. Entre el argumento y la creencia, la gente tiene una tendencia innata que la lleva a inclinarse por lo segundo. Pero no hay otra que seguir argumentando. Además, a esta hora, a los globitos ya se los llevó el viento; y a Macri se le está cayendo la careta simpaticona: ya se muestra prepotente y soberbio; ya nos dice se acabó la joda, hay que poner la casa en orden. Es decir: ya está haciendo sonar las trompetas del ajuste y de la revancha. Es sólo saber oír; o seguir creyendo.   

Gustavo Caponi

martes, 24 de noviembre de 2015

La razón populista y la retórica de la sociedad

El libro de Ernesto Laclau "La razón populista", lanzado en 2005 con algunas reimpresiones, nos ofrece la posibilidad de pensar la lógica de la formación de las identidades colectivas por medio de división de unidades de grupo y noción de demanda. Desde una retomada de la crítica de Freud en "Psicologia de masas y análisis del yo" y con la reapropiación de elementos de Lacan y del análisis del discurso Laclau organiza un dispositivo conceptual de análisis y comprensión de sujetos políticos.
Partiendo de la noción de demanda, articulación de demandas y cristalización en reclamo dentro de un sistema Laclau presente las formas de articulación de grupos por medio de lo que él llama de lógica de la diferencia y de la equivalencia. En un segundo momento propone la nominación como elemento fundamental de la unidad de formación. La noción de significante con el cual se produce la identificación es aqui imprescindible. El tercer elemento de lo que podríamos llamar de economia de las identidades colectivas es el lazo libidinal. Los afectos como parte de la política, articulados con las demandas tal vez sea el punto decisivo para la gestión de asuntos comunitarios.


Ahora "La razón populista" tiene su continuidad en una serie de trabajos del autor y especialmente en su último libro: "Los fundamentos retóricos de la sociedad".


Daniel Omar Perez