Carlos
Andrés Duque Acosta, matemático, filósofo, doctorando en Unicamp – Brasil.
(cadacos@yahoo.es)
Han
sido días difíciles para la Izquierda y los movimientos sociales progresistas
en la Argentina, sin duda. Se ha perdido el Poder Ejecutivo que se mantuvo por más
de una década. Todos aquellos que creemos en el proyecto del F.P.V. hemos sido
derrotados en unas elecciones legítimas en segunda vuelta y por un muy escaso
margen: 51 % contra 49 % (en medio de una abstención inédita cercana al 30 %).
Muy lentamente vamos pasando de la estupefacción inicial, de los comentarios
estridentes y apocalípticos a los primeros momentos del duelo y de aquella
calma que nos permitirá iniciar un análisis más sereno con miras a la acción
futura, a mediano y largo plazo.
La
tesis provisional que quiero defender en estas breves líneas con respecto a lo
ocurrido en la Argentina es modesta. Sostengo que debemos seguir creyendo en la
alternancia constitutiva de la Democracia: en el "No-Todo" lacaniano;
en Derrida y la inexorable esencia metafísica que nos define; en Walter Benjamin
y la imposibilidad de salida total del capitalismo. Una vez más hay que
resaltar que la rotación periódica en el poder es un valor fundamental en la
construcción de las democracias robustas y, Argentina, como lo hizo Chile hace
poco tiempo, da hoy ejemplo al mundo. También se pierde en Democracia y desde
luego, no es fácil "Bancarse la falta", como lúcidamente suelen
afirmar mis admirados amigos lacanianos.
Considero
firmemente que hoy la Izquierda en la hermana República Argentina pierde, sí,
pero por un estrecho margen ─aritmético y simbólico─ y sobre todo, en otras
condiciones bastante distintas a las de hace 12 años. A pesar de nuestro dolor,
de nuestra rabia, hay que subrayar que se ha avanzado mucho en estos años, incluso
hasta un punto tal que no hay forma ya de retroceder y, sin embargo, también
tenemos que tener claro que la lucha por la Democracia comienza cada nuevo día.
También hoy, es tiempo de reflexión, de pregustarse precisamente por qué
ganaron las fuerzas más reactivas del país. Se han cometido errores, las
denuncias por corrupción no son pocas, acaso porque para que el Poder ─que todo
lo corrompe─ no nos corrompa también a nosotros ─que perseguimos una causa de
Justicia Social─ debe cambiar periódicamente de manos. Fueron más de dos
décadas en el Poder Ejecutivo. Ahora deberá venir un periodo de revisión, de
autocrítica; es el momento de empezar a reconstruir la oposición y allanar al
mismo tiempo el camino para la reconquista de la hegemonía.
Desde
luego, seguimos desconfiando de nuestros rivales y nos oponemos con fuerza a su
proyecto neoliberal, privatizador, pero al mismo tiempo, debemos también
ayudarle a nuestros adversarios a que, en medio de nuestras evidentes
diferencias ─casi todas irreconciliables─ se dignifiquen, a que jueguen con
altura el juego de la Democracia en el cual nosotros creímos, en el cual ellos
vencieron.
Hoy debemos seguir recordando que la Democracia es un
ideal abierto siempre por alcanzar, en el cual debemos seguir creyendo; por el
cual debemos seguir apostando, trabajando. Reitero: no es sencillo ser
demócrata, pues no es fácil aceptar que puedes perder y, que muchas veces,
perderás. Claude Lefort recordaba que la Democracia es el régimen político
donde el poder es un lugar vacío, inacabado, que siempre está construyéndose, reinventándose, donde en lo posible se deberán alternar en el
poder los intereses divergentes y los proyectos políticos inconmensurables; por
tanto, debemos seguir celebrando la diversidad, reivindicando el valor de las
diferencias, profundizando el pluralismo como alternativa de construcción de lo
político, como camino hacia la construcción de un hegemonía de valores
democráticos, la cual esperamos desde el Poder Ejecutivo y Legislativo, volver
a liderar. Es sólo cuestión de tiempo.
Este
mensaje lo expreso también teniendo siempre como horizonte y referencia a mi
tierra, Colombia, que finalmente nunca tuvo un gobierno de Izquierda en toda su
historia, pero, lo tendrá; o pensando en la altamente polarizada y atravesada
por la violencia, hermana República Bolivariana de Venezuela que en diciembre
nuevamente se juega su destino en las urnas.
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