Que mañana
Cristina no tenga ningún contacto con Macri me parece una muy buena noticia. Más
allá de lo que un fiscal haya dicho a último momento, ésa no era la
expectativa de Macri. Antes del segundo turno, el truchimán ya venía
insistiendo con la foto del momento en el que Cristina le pasaría la banda; y
toda la pasión que después metió en el asunto indicaba que algo se estaba
preparando para esa ocasión: alguna agresión, alguna bravuconada, alguna falta
de respeto. Algo digno de él. Por eso el tipo insistía en que el acto fuese en
la Casa Rosada: esta ya iba a estar tomada por la barra esa que la bate palmas
cuando él ensaya sus bailecitos de cincuentón que se empedó en un casamiento y
en cualquier momento manotea lo que no corresponde.
Era
cantado que el tipo se iba a desubicar y a descolgar con alguna payasada
agresiva. Su barra de borrachones de country lo iba a envalentonar; y además él
sabe que siempre puede contar, no sólo con la complicidad de los medios, sino
también con todo un vasto sector de la sociedad, que es machista y conservador,
que le festeja las bravuconadas.
En
realidad, toda la gestualidad de Macri, sus ademanes y expresiones, demuestran
que es un tipo grosero y agresivo, siempre al borde del descontrol. Diversas
actitudes suyas así lo confirman. Lo de la patoteada telefónica a la
Presidenta, fue sólo una entre muchas. Los que no conocen la verdadera cara de
Macri (o se hacen los que no la conocen), deberían mirar un video, que anda por
ahí, en donde el truchimán petulante ya promete gobernar por decreto. Hay ahí gestos
y tonos de voz que lo dicen todo: sobre todo cuando el que habla es un
mentiroso serial que se sincera sólo en sus lapsus.
A Macri no
le gustaba la idea de que la ceremonia con Cristina fuese en el congreso;
porque ahí no estaría jugando de local. Quería que todo ocurriese en espacio
más controlado; porque Macri pertenece a la clase de los ganadores, sí, pero de
los ganadores dueños de pelota. Donde
las cartas no están marcadas, no juegan. Los globitos y la alegría pavotona ya
se acabaron: ahora viene la prepotencia más grosera y arrogante; y ese iba a
quedar de manifiesto en el acto en Casa Rosada que, felizmente, Cristina supo
evitar.
Ella se vio venir todo lo que el tipo se
alucinaba; y no quiso caer en la jugada. Después Macri, a último momento,
consiguió un fiscal amigo para que generase la impresión de que la desplazada
era Cristina; pero eso es sólo una apariencia: lo cierto es que ésta, al tipo,
no le salió. Y tenemos que ponernos contentos con eso. Al final de cuentas:
Macri no se merecía el honor de que sea Cristina la que le traspase los
atributos de la presidencia. No se echan las perlas a los cerdos; y el propio
Macri así lo entendió cuando indirectamente sugirió que fuese el sórdido de
Lorenzetti el que lo ungiese presidente. Nada más adecuado para este caso,
salvo Tinelli.
por Gustavo Caponi
por Gustavo Caponi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario