Ser oposición (sobre Argentina)
Uno de los saldos de las últimas elecciones nacionales fue
que se cayeron varias caretas y se blanqueó lo que puede definirse como un
nuevo ordenamiento de fuerzas. En la Argentina hay categorías y binomios que
conviene dejar de usar, porque oscurecen más de lo que aclaran. Por ejemplo las
oposiciones izquierda-derecha, peronismo-antiperonismo, trabajadores-patronal
se muestran hoy insuficientes para describir la lucha política.
Simultáneamente, se comprueba un reforzamiento de la famosa grieta que divide lo
social. De un lado quedó el pueblo integrado por el FPV, los autoconvocados,
vecinos, artistas, científicos, parte del sindicalismo, un sector de la
izquierda y del peronismo que no integra el FPV. Todos ellos se articularon en
la últimas elecciones a partir de la demanda de continuidad soberana, y de un
modelo nacional-popular orientado por la integración latinoamericana.
Del otro lado se conformó una nueva identidad articulada por
el significante "Cambiemos". Este segundo campo quedó compuesto por
la derecha (PRO), la élite económica representada por la oligarquía y las
corporaciones mediáticas, el sindicalismo de Moyano, un sector del peronismo,
parte del radicalismo y un sector del "progresismo", que demandan un
proyecto neoliberal de endeudamiento que implica dependencia y alineamiento con
el capital financiero. Más allá del triunfo de Macri en las últimas elecciones,
es necesario destacar una novedad que presenta esta época y que la distingue
tanto del neoliberalismo que comenzó con el terrorismo de Estado, como de aquel
otro que se impuso en los '90. Hoy se trata de un modelo neoliberal
conscientemente votado en las últimas elecciones nacionales, y de dos
formaciones populistas en disputa por la hegemonía política y cultural.
La fuerza política Cambiemos se presenta con un relato
aparentemente novedoso, que asocia lucha política con violencia y desunión, en
un intento de remplazar política por buena onda. Anuncian el comienzo de la
revolución de la alegría, la época de la armonía, el fin del conflicto: formas
veladas de proclamar una tendencia a lo impolítico.
Por su parte, luego de 12 años de gobierno, al FPV le toca
ser oposición. Uno de los logros más preciados del kirchnerismo fue haber
restituido la política y la creencia colectiva en ella como herramienta
principal para realizar el cambio cultural. Hoy el FPV tiene la tarea de pensar
y problematizar una oposición que sea verdaderamente política. A lo largo de la
historia argentina, la oposición se comportó de manera destituyente, siendo
capaz de perseguir, silenciar, odiar y a veces también matar. Está pendiente en
el país la construcción de una política de la oposición que no tome fundamento
en una relación de amigo-enemigo propia de un estado de guerra civil. Para
Chantal Mouffe, el antagonismo y el conflicto se encuentran en la base de la
democracia misma, y esta no implica un consenso universal y racional, que anule
el conflicto inherente a lo político o la grieta (término que acuñamos
últimamente). La política democrática no consiste en la superación de la
frontera nosotros-ellos, sino en tratar de una forma diferente la tensión
propia de ese conflicto, de modo que no suponga un otro planteado como enemigo,
sino como adversario.
En su nuevo rol de oposición, en las bases del FPV se escucha
reiteradamente la palabra "resistencia". Cuando algo insiste es
aconsejable no desestimarlo sino más bien escucharlo, capitalizarlo. Comprender
la lógica de su reedición luego de tantos años en desuso, pensar las razones
que hoy conducen nuevamente al resurgimiento del término, destacar similitudes
y diferencias en relación con el contexto de su aparición en la cultura
política nacional. La denominada "resistencia peronista" fue la
respuesta popular al período de la historia argentina en el que se intentó
borrar toda huella peronista: se proscribió al movimiento persiguiendo y
matando a sus militantes. Abrochó la lucha, desde la Revolución Libertadora en
el '55 hasta el '73, de distintos sectores de la sociedad (organizaciones
peronistas, villeros, jóvenes, trabajadores, etcétera) articulados
fundamentalmente por dos demandas: por el regreso de Perón exiliado en España,
y por la revocación de la dictadura con llamado a elecciones libres sin la
proscripción del peronismo. La resistencia terminó de producir un nuevo agente
político: el pueblo. La reaparición del término en la actual coyuntura implica
lo que Jorge Alemán denomina saber en reserva que retorna.
Dos razones determinan la actualidad de ese retorno: si bien
hoy no se trata de prohibición, se evidencia un ataque agresivo y de
desprestigio hacia el FPV, por la vía de una campaña de odio mass-media y de
una oposición que tomó al adversario como enemigo. Por otra parte, "la
resistencia" es el nombre que asume hoy la oposición al próximo gobierno,
no siendo meramente una suma de partes ni un montón de gente junta, sino que se
trata de un pueblo reconstituido a partir de 2003, que viene con una historia
de militancia y cultura política acumulada. Un pueblo que acepta las reglas de
juego de la democracia representativa, pero que continuará levantando las
banderas de lo nacional y popular. La resistencia no será pues sólo una
respuesta, una fuerza negativa o exclusivamente reactiva; tampoco va a
constituir la práctica de aguantar pasivamente como un goce masoquista. Por el
contrario, la resistencia popular debe ser pensada como una experiencia activa,
creativa y de transformación, intentando constituir una fuerza capaz de marcar
la agenda política. El pueblo, legitimado desde la democracia participativa y
ocupando su casa, la calle, será la garantía de que los representantes
gobiernen a favor del país. La resistencia será una nueva construcción de poder
democrática, no determinada por un afán de desestabilización, pero sí por el
conflicto, que va a producir un sujeto político no calculable.
Resistir en esta etapa supone ser custodios del
fortalecimiento de la cultura política, lo que incluye las ideas de grieta,
crisis, utopía, y cuyos rasgos principales son: lo explícito, lo público y lo
solidario. Hacerse cargo de vigilar lo que hoy ya no se negocia: los logros y
la suma de los derechos conseguidos. Ser oposición implica el desafío de asumir
la posibilidad de ofrecer alternativas frente a las nuevas realidades que se
van a presentar, lo que requiere no ceder el pensamiento, el deseo de comunidad
y de soberanía. Frente a la ausencia del Estado habrá que entregar amparo y
presencia militante a los sectores más vulnerables, articulando creativamente
luchas, saberes y perspectivas libertarias. La resistencia no constituye una
experiencia que viene con manual, receta o técnica de autoayuda, sino que será
necesario pensar con los compañeros, generar estrategias, ideas, discursos y
acciones. Implicará una subjetividad atenta, despierta, participativa, habitada
por la palabra libertad, que haga uso público de la razón en un acto
responsable y a riesgo de cada uno. Es preciso que se organice y se cimiente
una resistencia con inventiva, móvil, productiva, que construya poder de abajo
a arriba y que se distribuya.
Resistiendo al modelo neoliberal de dependencia y
endeudamiento, se buscará experimentar nuevas formas de inscripción social a
partir de ser oposición, continuando la batalla cultural y por la hegemonía sin
quedar atrapados en ninguna impotencia. Resistir es estar atravesados por un
deseo de despertar que va en contra del adormecimiento de aquellos que habitan
el "mundo feliz" del mercado global. A partir del pensamiento
colectivo y de la acción política será posible construir una subjetividad
diferente, no sometida al mercado y a la cultura del espectáculo,
individualista y despolitizada. Resistir sin medios de comunicación de masas,
sin estafas ni promesas de felicidad, con la verdad que puede surgir de un
discurso político fallado e imperfecto. Resistir tomando partido, participando,
equivocándonos y rectificando. Cuando nos tocó gobernar produjimos un modelo
nacional, popular y democrático, ahora se trata de inventar una forma de ser
oposición que no implique el odio ni la tristeza colectiva. Resistamos
conservando la alegría de hacer lo público entre todos.
Nora Merlin
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